La ira es una respuesta emocional a una amenaza o provocación real o imaginaria y es además una emoción humana completamente normal y saludable. Pero cuando sale de control es destructiva y lleva a problemas en el trabajo, en la vida personal y en la calidad integral de la vida de una persona. Aquellos que fácilmente reaccionan con ira o rabia tienen lo que los psicólogos denominan una baja tolerancia para la frustración. Las variedades de la rabia son infinitas: amargura, hostilidad, cólera y además varían en intensidad y en el propósito. Incluso, hoy en día existen variedades de ira que se encuentran abiertamente desplegadas en el área política.

Características de la rabia

  • La gama cubre desde una irritación menor hasta la cólera extrema.
  • Personas con rabia tienden a actuar primero y pensar después.
  • La ira también puede hace sentir a la gente fuerte y poderosa y motivarlos a emprender acciones mayores como participar en una lucha de tipo político.
  • Puede estimularlos hacia la excelencia en deportes y otras ámbitos que requieran de una postura competitiva.
  • Por otro lado, un importante número de asesinatos son consecuencia de rabia no contenida.

Cómo enfrentar la rabia

  • Contener la rabia – Se esconde la rabia y esta reacción es avalada en la mayoría de las sociedades. Esta actitud hace que la gente oculte profundamente la rabia y la reprima. Existen evidencias que apuntan a que esta estrategia es costosa y puede incrementar el riesgo de enfermedades, como las del corazón.
  • Expresar la rabia – La rabia se acumula dentro de la persona, cómo una sustancia corrosiva, y hace daño antes que sea liberada. La teoría de la catarsis encaja con este enfoque, ya que indica que expresar la rabia es una saludable liberación de emoción y por ello es buena para la psiquis. Sin embargo, la evidencia científica muestra que esto último es un mito y que  ventilar la ira solo tiende a empeorar las situaciones. Incluso este enfoque puede ser interpretado por algunos como una licencia para herir a otros.
  • Deshacerse de la rabia – En los enfoques anteriores, la rabia sigue presente en la persona. Sin embargo, es mucho mejor ir a la raíz y resolver los problemas y dejar de sentir la rabia. Investigaciones recientes muestran que con una actitud más distante y con una perspectiva más desvinculada de las situaciones que generan rabia se puede reducir la ira y la agresión. Para ello se aplica la Reestructuración Cognitiva, buscando cambiar la forma de pensar las personas con rabia, haciéndolos conscientes de su naturaleza exigente y de traducir sus expectativas en deseos.
  • Algunas recomendaciones para reducir la rabia:
    • Ejercicio físico – Algunos corren y prueban algún tipo de ejercicio físico
    • Relajamiento – Aplicación de herramientas simples de relajación cómo respiración profunda o la imaginación ayudan a calmar los sentimientos de ira.
    • Resolución de problemas – Para situaciones imposibles, fuera del alcance de la persona, es preferible no focalizarse en resolver el problema, sino más bien en cómo enfrentar y manejar el mismo.
    • Cambio de ambiente – Puede ser útil para sustituir un ambiente que genera irritación y furia.

De donde proviene la rabia

Algunas personas enfurecen con más facilidad y más intensamente que la persona promedio. Asimismo, hay aquellos que no demuestran la rabia, pero se encuentran crónicamente irritables y malhumorados. También hay los que se retraen socialmente o enferman. Los posibles orígenes de la rabia son:

  • Genético o fisiológico – Hay niños que nacen irritables, delicados y se enojan con facilidad. Esta son señales que aparecen temprano en la vida.
  • Sociocultural – Nos enseñan que está bien expresar ansiedad, depresión u otra emociones, pero no la rabia. Cómo resultado no se aprende a manejarla o canalizarla en forma constructiva.

Se hace referencia a “The Varieties of Anger” http://nyti.ms/2i6hk8B, “Anger management: What works and what doesn’t” y “Controlling anger before it controls you” .