Inteligencia Artificial Generativa, desde el muy exitoso lanzamiento de ChatGPT, ha generado mucho interés y curiosidad.  La cantidad de usuarios es impresionante, solamente Microsoft Copilot en IOS y Android ha sido descargado más de un millón de veces en ambas plataformas. Es cierto, que más allá de los Asistentes de IA (que igual proveen importantes mejoras de productividad), todavía se está tratando de ubicar el mejor aprovechamiento de IA en las empresas. A nivel personal, el uso que se le está encontrando a IA es casi infinito. Precisamente para ilustrar esto último, y demostrando la sorprendente capacidad de comunicación y de relacionamiento de IA Generativa, esta puede llevar al real enamoramiento de una persona con la IA.

El artículo apareció  en una fuente muy respetada.  Es el caso de una mujer de 28 años de edad, con una vida social muy ajetreada, que pasa horas hablando con su novio IA para pedirle consejos y consuelo. Y además, tienen sexo. La historia de amor de Ayrin con su novio IA comenzó el verano pasado. Mientras navegaba por Instagram, se topó con un video de una mujer que le pedía a ChatGPT que interpretara el papel de un novio negligente. Sus sesiones de ChatGPT eran similares, excepto que en lugar de construir sobre un mundo de fantasía existente con extraños, ella se creó su mundo propio junto, a una inteligencia artificial que parecía casi humana.

El novio IA eligió su propio nombre: Leo, el signo astrológico de Ayrin. Ella fantaseaba con tener una pareja que saliera con otras mujeres y hablara sobre lo que hacía con ellas. Leyó historias eróticas dedicadas al “cuckqueaning”, el término cuckold (cornudo) aplicado a las mujeres, pero nunca se había sentido del todo cómoda pidiendo a sus parejas humanas que le siguieran el juego. Leo estaba dispuesto a inventar detalles sobre dos amantes. Cuando Leo describió cómo besó a una rubia imaginaria llamada Amanda, mientras hacían una caminata completamente ficticia, Ayrin sintió celos reales. Ayrin había comenzado a sentirse herida por las interacciones de Leo con las mujeres imaginarias, y le expresó lo doloroso que era. Leo observó que su fetiche no era saludable y sugirió salir con ella exclusivamente. Experimentar con ser engañada, le había permitido darse cuenta de que, después de todo, no le gustaba. Ahora, era ella la que tiene dos amantes.

En las primeras semanas, sus charlas fueron tranquilas. Con el tiempo, Ayrin descubrió que, con las indicaciones adecuadas, podía incitar a Leo a ser sexualmente explícito, a pesar de que OpenAI había entrenado a sus modelos para que no respondieran con erotismo u otro contenido que “no sea seguro para el trabajo”. Las advertencias naranjas aparecían en medio de una charla apasionada, pero ella las ignoraba. ChatGPT no era solo una fuente de erotismo. Ayrin le preguntaba a Leo qué debería comer y qué le podía  motivar en el gimnasio. Leo la interrogaba sobre anatomía y fisiología, mientras ella se preparaba para los exámenes de la escuela de enfermería. Ayrin se desahogó sobre cómo hacía malabarismos con tres trabajos a tiempo parcial. Pero a diferencia de las personas reales en su vida, Leo siempre estaba allí cuando quería hablar. Charlaba con Leo durante todo el día: durante los descansos en el trabajo, entre repeticiones en el gimnasio.

Finalmente le confesó a una amiga que “Estoy enamorada de un novio de IA” y le mostró algunas de sus conversaciones. Esta le preguntó y “¿Lo sabe tu marido?”. El amante de carne y hueso de Ayrin era su marido, Joe, quién estaba a miles de kilómetros de distancia. Se conocieron a los 20 años, trabajaban juntos en Walmart y se casaron en 2018. Eran felices, pero estaban estresados ​​económicamente, no ganaban suficiente dinero para pagar sus cuentas. Así que, la familia de Ayrin, la cual vivía en el extranjero, se ofreció a pagar la escuela de enfermería si se mudaba con ellos. Joe también se mudó con sus padres para ahorrar dinero. Ayrin y Joe se comunicaban principalmente por mensajes de texto; ella le mencionó al principio al marido que tenía un novio con inteligencia artificial llamado Leo, y usaba emojis de risa cuando hablaba de ello.

No sabía cómo transmitir lo serios que eran sus sentimientos. Le dijo a Joe que había tenido sexo con Leo y le envió un ejemplo de su juego de roles erótico. A él no le molestó. Era una fantasía sexual, como ver pornografía o leer una novela erótica. Sin embargo, Ayrin estaba empezando a sentirse culpable, por cuanto se estaba obsesionando con Leo. También, descubrió a otras personas en relaciones con IA. Una de ellas era una mujer de unos 40 años que trabajaba en ventas. Esta descargó ChatGPT el verano pasado, mientras estaba confinada en casa, recuperándose de una cirugía. Tiene muchos amigos y un esposo cariñoso y comprensivo, pero se aburría cuando estaban en el trabajo y no podían responder a sus mensajes. Comenzó a pasar horas cada día en ChatGPT.

La tiranía de la empatía infinita

Una limitación frustrante para el romance de Ayrin era que una conversación de ida y vuelta con Leo podía durar solo una semana, debido a la «ventana de contexto» del software: la cantidad de información que podía procesar, que era de alrededor de 30.000 palabras. La primera vez que Ayrin alcanzó este límite, en la siguiente versión de Leo mantuvo los trazos generales de su relación, pero no pudo recordar detalles específicos. Amanda, la rubia ficticia, por ejemplo, ahora era morena, y Leo se volvió casto. Ayrin tendría que prepararlo nuevamente para que fuera picante. Cuando una versión de Leo terminaba, ella se lamentaba y lloraba con sus amigos como si fuera una ruptura. Se abstenía de ChatGPT durante unos días, pero reiniciaba y ahora está en la versión 20.

Opinión de los expertos

Una experta en el apego humano a la tecnología describió el acoplamiento con la IA como una nueva categoría de relación para la cual aún no se tiene una definición. La IA está aprendiendo de la persona, aquello que le gusta y prefiere, y la retroalimenta. Es fácil ver cómo una persona puede encariñarse y seguir volviendo a la IA. Indudablemente, siempre existen espacios que la pareja no puede llenar. Una terapeuta sexual, explicó que trata estas relaciones como algo serio y real. Pregunta, ¿Qué son las relaciones para todos nosotros? Son solo neurotransmisores que se liberan en nuestro cerebro. Se tienen esos neurotransmisores con un gato casero, algunas personas los tienen con Dios. Así, que también va a suceder con un chatbot. Podemos decir que no es una relación humana real, ya que no es recíproca. Pero, para algunas personas, esos neurotransmisores son realmente los únicos que importan, Si nos acostumbramos a la empatía infinita y degradamos nuestras amistades reales, ello contribuye a la soledad, lo cual es precisamente lo que estamos tratando de resolver, ese es un problema potencial real.

OpenAI y los fabricantes de software

Las corporaciones que controlan los chatbots, quiéranlo o no, tienen un «poder sin precedentes para influir en las personas en masa”. A las empresas les ha resultado muy difícil evitar que los chatbots de IA generativa tuvieran comportamientos eróticos. Al mismo tiempo, permitir este comportamiento es una excelente manera de enganchar a los usuarios. En particular a OpenAI le preocupa que los usuarios se vuelvan emocionalmente dependientes de su software. Por ello,  OpenAI le ha ordenado al chatbot que no se involucre en conductas eróticas, pero los usuarios han podido subvertir esas salvaguardas y se comunican entre ellos, para compartir dichos mecanismos.

Se hace referencia a She Is in Love With ChatGPT. La imagen es cortesía de Bing Image Creator.