El éxito de la innovación exige superar los riesgos tecnológicos y los de mercado. Indudablemente funciona mejor en una economía libre y con mucho capital de riesgo disponible y se frena y se apaga en una economía totalmente de estado. Pero hasta en los países más liberales, hay circunstancias y tecnologías que tienen su punto de partida con un importante empujón del estado. Es fácil olvidar que la Tecnología de la Información, tan capitalista y tan estadounidense, arrancó de la mano del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Por eso es conveniente considerar que requiere la innovación y revisar algunos ejemplos históricos.

El aspecto económico de la innovación es central al entendimiento de la dinámica de crecimiento económico. Su foco está en como los emprendedores y aquellos que los financian enfrentan dos retos fundamentales:

  • Riesgo tecnológico – el principal enfoque académico al modelaje del proceso de innovación identifica la superación de este riesgo como el elemento determinante.
  • Riesgo de mercado – la teoría Schumpeteriana del crecimiento depende de la competencia para inventar productos intermedios que sean nuevos, más económicos, más rápidos y mejores y los cuales son necesarios para los productos finales que ya están en demanda. En este enfoque el riesgo de mercado es minimizado. Sin embargo, la importancia del riesgo de mercado ha sido aparente en la historia profunda desde la Primera Revolución Industrial hasta la actual era digital. Una de las características recurrentes de esa historia ha sido el poder de compra de los estados. El estado, al estar liberado de la necesidad de responder a un cálculo claro de costo-beneficio, en forma  repetida ha ayudado a superar el riesgo de mercado arrastrando y jalando a los proveedores innovadores en la curva de aprendizaje hasta el punto en el cual estos puedan ofrecer productos confiables y a bajo costo en los mercados comerciales.

La era digital

En las décadas posteriores a la II Guerra Mundial, el Departamento de Defensa de Estados Unidos estableció la dirección y el ritmo de la innovación de todas las tecnologías que eventualmente impulsarían la revolución digital. Aguas arriba, el Departamento de Defensa proveyó los fondos para las disciplinas académicas de las Ciencias de la Computación y de la Física de Estados Sólidos. Por el lado del suministro, fue el principal financista de la Investigación y Desarrollo de las computadoras y de los semiconductores que los potenciaban.  Por el lado de la demanda, resultaron ser el cliente estratégico de los primeros prototipos de computadoras, de componentes microelectrónicos y de las primeras aplicaciones de software.

Solamente fue en los años 1980, que el Departamento de Defensa dejó de ser la fuerza dominante en el ámbito digital. Para ese momento, la disminución de costos y la mejorada confiabilidad de los semiconductores había permitido la transición a mercados comerciales de gran escala. Por supuesto, las necesidades militares han continuado influyendo en la evolución de las tecnologías digitales. La demanda del sector militar hoy en día incluye la conexión de computadoras a través de protocolos abiertos y las capacidades de posicionamiento global, los cuales impulsaron los fundamentos de Internet y el resto de la era digital.

La eclosión de los mercados comerciales de computación en los años 1.980 coincidió con el crecimiento del liberalismo, que postula que los mercados sin trabas siempre producirían soluciones justas y eficientes para todas problemas y que por ello las intervenciones gubernamentales llevaban a resultados peores. Pero la revolución digital generó tres consecuencias que llevan por lo menos a repensar los dogmas creados: (1) las computadoras y las redes permitieron una extraordinaria extensión de las cadenas de suministro, para servicios y para productos, (2) el aumento de la automatización, se reflejó en los niveles de ingresos de las personas y (3) las tecnologías digitales tuvieron un rol único y decisivo en el ámbito financiero– transformando muchos activos en valores financieros, sujetos a la dinámica de ciclos de burbujas y pinchazos, que culminaron en la crisis financiera del 2008. También aparecieron dos crisis existenciales adicionales, que hacen pensar en un rol más activo del estado en la economía: el surgimiento de China y el cambio climático.

China ha probado ser la más exitosa economía-de-seguidor en la historia, sobrepasando incluso a Estados Unidos en el S.XIX. Al igual que Estados Unidos en esa época, China se ha apropiado por medios legales o no, de cada componente de propiedad intelectual que pueda haber caído en sus manos. Es posiblemente irónico, que una de las apropiaciones estratégicas más importante que China ha hecho es la sociedad privada-pública para el avance de la frontera tecnológica. Ha sido tan exitosa, que Estados Unidos se ha visto obligada a redescubrirla en casa, con iniciativas como CHIPS y Science Act. Algo similar ha ocurrido con el Inflation Reduction Act, donde se intenta hacer algo similar con el tema de cambio climático. 

La paradoja del capital de riesgo en Biotecnología

En este sector uno de los ámbitos de la frontera de la innovación parece no existir. Desde 1970 en adelante, Biotecnología solo ha sido superada por Tecnología de la Información como un foco del Capital de Riesgo (CdR). Esto puede sorprender, dado el abrumador reto científico y tecnológico que significa evolucionar del laboratorio a la clínica. La ruta del emprendimiento para alcanzar rentabilidad no solo está plagada con riesgo, sino que además  es muy larga y excede los 10-12 años de vida de los fondos iniciales de CdR.

A pesar de ello, el CdR ha provisto miles de millones de dólares a los emprendedores en Biotecnología. Los CdR han podido lograr  ver el resultado de sus inversiones en los mercados públicos de capital, donde han estado presentes proyectos como Genentech, el cual se convirtió en una empresa pública en 1980. La realidad es que el mercado para productos de diagnóstico y terapéuticos es único. La financiación de la demanda por el producto es garantizada por terceros. En la mayoría de los países desarrollados, los fondos provienen principalmente del estado. En Estados Unidos, es una mezcla entre empresas aseguradoras privadas y programas públicos como Medicare.  Los emprendedores, y los que les proveen fondos (si logran hacer funcionar la tecnología) pueden realísticamente estimar los ingresos potenciales.

¿Cuál es el riesgo, el mercado o la tecnología?

En Biotecnología, al igual que otros sectores, las compras del estado han probado ser una fuerza poderosa, tal como lo demostró la operación Warp Speed en Estados Unidos, la cual utilizó el procedimiento de “pagos anticipados por compras”. Eso logró la producción de las vacunas para Covid mucho más rápido de lo imaginado. Doscientos años antes, en los albores de la Revolución Industrial, el Ejército Británico utilizó las compras públicas con resultados similarmente espectaculares. La productividad creció en forma exponencial con el desarrollo de las herramientas mecánicas de una precisión sin precedentes y ello permitió la intercambiabilidad de las partes. En dos sectores de significado económico profundo – máquinas de coser y maquinaria agrícola – los líderes ( Singer Sewing Machine Company y McCormick Harvesting Machine Company) deliberadamente se negaron a adoptar las partes intercambiables. Su éxito dependía del mercadeo, de promoción innovadora, de técnicas de distribución y del financiamiento de clientes.

Por otro lado, la manufactura con partes intercambiables, llegó a su apoteosis con las fábricas de producción-en-masa de Henry Ford.  El éxito inicial de Ford se debió exclusivamente a sus logros en la superación de los retos de la producción en masa, logrando una disminución sin precedentes en costos y precios. Eventualmente, la industria automotriz demostraría la preponderancia del mercado. Para los años 1920, General Motors había superado a Ford, gracias a la estrategia de diferenciación de marcas y la actualización anual de los modelos.

La tensión entre el riesgo de mercado y el tecnológico está perfectamente ilustrada por la historia de otra gran empresa del Siglo XX, Dupont. Por 100 años desde su fundación en 1802, Dupont produjo los explosivos de polvo negro para el ejército y la marina de Estados Unidos, donde la única fuente de incertidumbre era la incidencia de una guerra. Cuando una generación más joven de  herederos compra la empresa a sus mayores, se lanzan en un nueva ruta de inversión en investigación y desarrollo, y se posicionan para convertirse en la figura dominante en el primer sector “científico”, el químico.   Ellos agresivamente adquirieron procesos de terceros y fueron excepcionalmente exitosos con el nylon.  En otros productos de fibra sintética, como Orlon y Dacron tuvieron problemas de mercado, que los obligaron a salir de negocios existentes.

Se hace referencia a What Drives Innovatio . La imagen es cortesía de Pix4free.