Las investigaciones de la felicidad han determinado que las relaciones cercanas son ingredientes críticos para una vida feliz. Encuestas recientes han encontrado que ello es también cierto para el lugar de trabajo. Tener un “mejor amigo en el trabajo” está asociado, entre otros aspectos, con el mayor compromiso de los empleados con la empresa, con una mejor tasa de retención y con mejores registros de seguridad,.  Quizá esto no debería sorprender, ya que dedicar tiempo a personas que nos gustan hace que muchas cosas sean más atractivas; lo aburrido del trabajo puede ser compensado por la camaradería con los colegas y el apoyo de amigos puede animar a probar cosas nuevas. También es cierto que las relaciones antagónicas con compañeros de trabajo pueden hacer que la vida en el trabajo sea miserable.

Por ello mismo, con frecuencia los líderes y las empresas tratan de promover la amistad entre sus empleados, más allá de prever encuentros en los cuales ellos se conozcan. Existen casos donde en reuniones semanales se reconoce al mejor amigo de un empleado y especialmente en emprendimientos se ofrecen servicios para estimular amistades en el trabajo. Estos esfuerzos están errados, la amistad es algo voluntario y las situaciones que se presentan en el trabajo harán que las que corresponden fluyan en forma natural. Más bien, los temas complejos a considerar ocurren cuando estas relaciones se complican al cambiar las dinámicas del poder. Las transiciones de amigo a jefe, o de amigo a subordinado pueden ser muy difíciles de manejar. Adicionalmente, las amistades tienen el potencial de convertirse en favoritismo o amiguismo y así afectar a la organización, al crear preferencias no asociadas al desempeño.

Las organizaciones indudablemente deben facilitar interacciones entre sus empleados, especialmente en estas nuevas realidades de trabajo híbrido y remoto. Encuentros sociales son formas razonables para estimular a que los colegas se encuentren y para promover una cultura. Sin embargo, relaciones para trabajo de alta calidad no requieren amistad. Exigen respeto por la competencia del otro, un nivel de confianza y el deseo de alcanzar el mismo objetivo. Las organizaciones deben hacer lo posible para fomentar este tipo de relaciones. Si los individuos quieren llevarlo más allá, es su decisión.

Se hace referencia al artículo Friendships in the office. La imagen es cortesía de Bing Image Creator.