Uno de los elementos determinantes en nuestra vida cotidiana es decidir en quienes se confía en la vida. Fiarse de la persona equivocada puede resultar en relaciones abusivas, ser manipulado en una forma no deseada, en pérdidas financieras y en muchos otros resultados indeseables. Estudios realizados demuestran que la mayoría de las personas consideran que sus juicios o valoraciones éticas son objetivas e imparciales. Por otro lado, los investigadores todavía debaten si eso es realmente cierto. Existe evidencia que indica que decidimos y actuamos sobre data arbitraria. Nuestro cerebro y nuestros instintos reaccionan automáticamente a características superficiales que no predicen ni el carácter ni el comportamiento de otros. Eso es especialmente cierto en las primeras impresiones que nos causan las personas.

Conocer al cerebro

  • El cerebro juzga el carácter o personalidad basado en la apariencia facial – Se hacen juicios instantáneos sobre competencia basados en características faciales que denotan fiabilidad y dominación. Las caras más confiables tienen cejas y labios respingones, mientras que las menos confiables tienen cejas apuntando hacia abajo y labios encorvados en los bordes.
  • La valoración en una fracción de segundo – Al cerebro le toma tres centésimas de un segundo decidir sobre fiabilidad, ello ocurre incluso antes de conocer la persona. Esta respuesta automática probablemente se hereda de nuestros ancestros que debían decidir en menos del tiempo de un parpadeo si el extraño que se aproximaba era un aliado potencial o un enemigo que venía a matarlos.
  • El rol del cuerpo amigdalino – Los juicios se realizan inconscientemente  y esa actividad ocurre en el cuerpo amigdalino del cerebro. Allí se determina si algo que se oye, se ve, se huele, se prueba o se toca es una amenaza inmediata y produce la reacción instantánea.

 

Confiar en gente como uno

Los estudios realizados han demostrado que las personas no somos tan objetivos como pensamos, que nos gustan mucho más las “personas” que son similares a nosotros y que por ello los  encontramos más fiables. Es una primera impresión que puede ser muy peligrosa, ya que no tiene otros elementos de juicio asociados.

Como escoger mejor en quién confiar

  • Retroceder y tomar tiempo para pensar – Hay que meditar sobre los costos y beneficios de una relación y/o consultar con una amigo de confianza antes de decidir con respecto a una persona.
  • Cuidarse de la Venta Agresiva – Desconfiar de cualquier oferta que expira en las próximas horas, ya que los vendedores crean la apariencia de escasez para tentar una decisión rápida, de manera que el cuerpo amigdalino es quién decide exclusivamente.
  • Cuidarse de las personas que buscan acelerar las relaciones – Es necesario tener cuidado, ya que como mínimo  la otra persona es impulsiva y no piensa antes de actuar y en el peor de los casos está deliberadamente tratando de crear una apariencia de intimidad para seducir o tentar.
  • Conocer mejor quién es realmente el otro –  Preguntarse cuan bien se conoce a la persona, como trata a otros, escucharlo para determinar cuáles son sus valores, averiguar si tiene amigos cercanos o su relación con su familia.
  • Usar el Cerebro Sabio –  Es un estado de la mente que integra pensamiento lógico con la concienciación. Implica integrar las reacciones intuitivas del cuerpo amigdalino con la sabiduría de experiencias anteriores y el conocimiento del mundo.

Competente y vulnerable

Existe la concepción errada que la confianza necesariamente se construye en forma gradual. Eso es verdad, sin embargo los psicólogos dicen que existe una forma algo científica para lograr la fiabilidad en una manera más rápida. La clave es establecer un balance entre calidez y competencia, de manera que se parezca creíble y al mismo tiempo humano. Personas muy competentes pueden verse más asequibles y fiables, apareciendo algo torpes o necios, ya que eso los convierte en más vulnerables y más cálidos. Sin embargo, deben demostrar credibilidad antes de exhibir vulnerabilidad. Si desean que la gente confíe en ellos, necesitan impresionar primero con conocimiento y capacidad, para posteriormente mostrarse humanos igual que el otro.

Se hace referencia a “The ‘mere liking effect’: Why you trust people who are like you” , “5 Ways to Decide Who You Can Trust”     y “Psychiatrists use an old trick to get people to trust them with their secrets — and it works just as well in business” https://read.bi/2O1Qn1P.